Era silencio y a la vez el ruido del motor de los coches.
Prendí el cigarro y me quedé observando la gran Iglesia que tenía enfrente, pensando...,
A veces creo que la Iglesia está dentro de uno, no en el templo como tal.
Estaba cayendo el ocaso, me sentí en paz, me sentí agradecida.
Terminé el cigarro y continué contemplando la Iglesia, la gente que pasaba; y el silencio que era ruido.
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