Al
final me separé de Leti, llegue al hostel y fue raro, me sentí
perdida y sola.
Fui
a la Plaza Dorrego, caminé, me compré fruta y un libro para
sentirme menos sola.
Me
senté a leer en la sala de estar del lugar, pero un fotógrafo
mexicano entrado en años me invitó una taza de vino y comenzó a
contarme de sus viajes.
Me vino sueño, me acosté a dormir, arrepentida pensé: Para qué vine? Pero se me pasó al otro día.
Descansé, me levanté a desayunar y conocí a una pareja de cordobeses muy agradables que me invitaron a visitarlos, me sentí mejor, más cómoda.
Voy en tren, es de noche, vengo del Tigre. Pasé el día con Lindsey, una americana que conocí la noche anterior y me despertó mientras se aprontaba para ir a bailar.
Fuimos
a la Plaza de Mayo, la Casa Rosada, luego al Tigre, donde anduvimos
en barco y almorzamos.
Ahora
en un rato vamos a un show de tango y a un bar irlandés o algo.
Es como dice Ismael Serrano "Nunca estarás sola" siempre habrá alguien que te acompañe.
Siento
que este viaje es sólo el comienzo, que puedo andar sola, que puedo,
que estas cosas hacen que la vida valga la pena, que gente hay mucha
y que nunca estaré sola.