Cada
vez que Lucía se ponía nerviosa tendía a dilatar la situación.
Fue
al baño, se miró al espejo, retocó el maquillaje y empezó a
ensayar mentalmente el mensaje de texto que iría a enviar en
cuestión.
"Las
chiquilinas tienen un cumpleaños, no vamos a poder ir a Fun Fun,
pero si querés vamos a tomar algo nosotros igual", redactó
mientras caminaba entre el tumulto de gente la cuál se avalanzaba
sobre las escalinatas de mármol con el fín de salir del recinto.
Pero las gruesas paredes de la antigua infraestructura que formaban
el teatro no le permitía tener señal, lo que le hizo apurar el
paso.
Al
llegar a la puerta de entrada logró enviar el mensaje y se sentó
entre las columnas, en la escalinata de piso ajedrez a esperar la
respuesta; cuando inmediatamente recibe otro mensaje portador de dos
palabras: "Estoy afuera".
Lucía
no terminó de leer el mismo cuando escuchó decir: "¿Te
dejaron sola tus amigas?". Era Federico.
Caminaron
dos cuadras por la tranquila y desolada calle; calle dónde se inició
la vida en dicha Ciudad. Más que histórica prehistórica al
Montevideo de hoy, cuando era San Felipe y Santiago de Montevideo,
nombre que sólo se recuerda una vez al año gracias a la carrera
anual así bautizada, para luego volver a estar entre naftalinas los
364 días restantes.
-¿Porqué
no fuiste vos también al cumple? - Preguntó Federico-.
-¡Porque
no estaba invitada,sino sabes como iba! - Exclamó teatralmente
Lucía-.
Cinco
minutos más tarde ya estaban instalados en la mesa externa de aquel
bar, situado en el medio de la nada y a su vez, en el medio del todo.
Más
ecléctico no podía ser; con la rambla de un lado, las ruínas de la
Ciudad en una esquina y el comienzo de la modernización céntrica
del otro.
.....
-¿Y?
Se aburrieron mucho tus amigas? - Preguntó Federico-. Lucía sintió
instintivamente esa pregunta como un deja vú que la remontó tres
meses hacia atrás, cuando conoció a Federico en aquel Pub en el que
estaba con su banda de raros tocando y por aburrimiento de sus amigas
se marchó antes de terminada la función, indignada y más aún al
saber que él la buscó para invitarle a tomar un trago poco después
de su partida.
-¡No!-
Respondió altaneramente- A nosotras nos gusta la ópera ya te dije.
Se
veían tan desubicados ambos vestidos así en ese lugar. Ella con su
solero negro, mezcla de gasa con shifón y lentejuela; él con su
negro traje y camisa blanca que le sentaban tan bien.
¡Postal
más indie kitsch imposible!
Y
la noche transcurrió entre tragos, risas y una varieté de temas
generales que fueron desde el arte hasta la política, sin dejar de
analizar un artículo que había escrito Lucía unas semanas antes,
el cuál había llamado mucho la atención de Federico.
A
la tercera cerveza ya se puso un poco más filosófica y confidente
la cosa.
-¿Dónde
era el cumpleaños? - Preguntó Federico-.
-En
Carrasco - respondió Lucía.-
-¡Carrasco!-
Él exclamó - Como no podía ser de otra manera, tomando en cuenta
que ustedes son chetas de la high.
-Cómo
no podía ser de otra manera - Repitió Lucía, mezcla de altanera
ironía y bulla con respecto a lo dicho por Federico-.
-Yo
una vez salí con una chica que me dijo ser de Carrasco y terminó
siendo de Paso Carrasco- Dijo Fede entre risas-.
- A
mi me pasó algo parecido - Comentó Lucía-
-¿Yqué
pasó con el chico? - Preguntó Fede expectante.-
-¿Nada
no sé, desapareció- Dijo Lucía-
- Y
no lo buscaste?- Preguntó asombrado-
-¡Na!
No valía la pena..- Dijo Lucía, y el aire se cortó, cuál tijera
afilada corta al instante la seda.-
-La
gente es tan rara- Exclamó Federico- Yo la verdad no entiendo a mis
compañeros que teniendo en casa, buscan afuera. ¿Si
tenes novia para qué te andas acostando por ahí con otras? -
Preguntó-.
Lucía
no sabía donde meterse, no es tema para charlar con alguien que te
gusta, te interesa.
-Yo
no soy así, no soy un pibe infiel - prosiguió-.
-
Lo que pasa es que los músicos suelen ser muy mujeriegos - Afirmó
Lucía-.
-
Puede ser. Pero no todos. - Contestó Federico-.
Sus
palabras fueron precedidas por un silencio, de esos que no resultan
incómodos, de esos en los cuales las palabras no sirven para acotar
algo más y con él mismo se bastan.
Luego
de tres amenas horas dialogando emprendieron viaje.
-Cómo
detesto andar de traje con el violín por la calle - Dijo Federico.-
Y Lucia pensó "Con lo bien que te quedan ambas cosas jaja".
-
Si querés tomate un taxi, la noche está tranquila- Respondió
Lucía.-
¡No!-
Exclamó Federico- Yo quiero acompañarte.
Lucía
sonrió.
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Salú.