El fantasma del pasado me persigue, por 18, en bicicleta;
pero no me ve.
El enrejado de la publicidad pegado a la ventana del ómnibus
no deja que me vea.. pero yo lo veo.
El bus se aleja y adelanta, luego para y el fantasma re
aparece; luego para y el fantasma re aparece; y todo se convierte en una lenta
agonía la cual no cesa,un harakiri del destino que ronda los 15 minutos.
Hasta
que en una bifurcada el fantasma desaparece y pasa a ser de nuevo pasado; un
recuerdo más, mientras suena Morrisey de fondo y retomo la rutina diaria de
bajar del bus y hacer trasbordo.
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