miércoles, 12 de septiembre de 2012

Instrucciones para dar cuerda al reloj


 



Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

"Historias de cronopios y de famas". J.C.

jueves, 6 de septiembre de 2012

CAPÍTULO I



05/03/2009
    




Cada vez que Lucía se ponía nerviosa tendía a dilatar la situación.
Fue al baño, se miró al espejo, retocó el maquillaje y empezó a ensayar mentalmente el mensaje de texto que iría a enviar en cuestión.

"Las chiquilinas tienen un cumpleaños, no vamos a poder ir a Fun Fun, pero si querés vamos a tomar algo nosotros igual", redactó mientras caminaba entre el tumulto de gente la cuál se avalanzaba sobre las escalinatas de mármol con el fín de salir del recinto. Pero las gruesas paredes de la antigua infraestructura que formaban el teatro no le permitía tener señal, lo que le hizo apurar el paso.

Al llegar a la puerta de entrada logró enviar el mensaje y se sentó entre las columnas, en la escalinata de piso ajedrez a esperar la respuesta; cuando inmediatamente recibe otro mensaje portador de dos palabras: "Estoy afuera".
Lucía no terminó de leer el mismo cuando escuchó decir: "¿Te dejaron sola tus amigas?". Era Federico.

Caminaron dos cuadras por la tranquila y desolada calle; calle dónde se inició la vida en dicha Ciudad. Más que histórica prehistórica al Montevideo de hoy, cuando era San Felipe y Santiago de Montevideo, nombre que sólo se recuerda una vez al año gracias a la carrera anual así bautizada, para luego volver a estar entre naftalinas los 364 días restantes.

-¿Porqué no fuiste vos también al cumple? - Preguntó Federico-.
-¡Porque no estaba invitada,sino sabes como iba! - Exclamó teatralmente Lucía-.
Cinco minutos más tarde ya estaban instalados en la mesa externa de aquel bar, situado en el medio de la nada y a su vez, en el medio del todo.
Más ecléctico no podía ser; con la rambla de un lado, las ruínas de la Ciudad en una esquina y el comienzo de la modernización céntrica del otro.

.....

-¿Y? Se aburrieron mucho tus amigas? - Preguntó Federico-. Lucía sintió instintivamente esa pregunta como un deja vú que la remontó tres meses hacia atrás, cuando conoció a Federico en aquel Pub en el que estaba con su banda de raros tocando y por aburrimiento de sus amigas se marchó antes de terminada la función, indignada y más aún al saber que él la buscó para invitarle a tomar un trago poco después de su partida.

-¡No!- Respondió altaneramente- A nosotras nos gusta la ópera ya te dije.

Se veían tan desubicados ambos vestidos así en ese lugar. Ella con su solero negro, mezcla de gasa con shifón y lentejuela; él con su negro traje y camisa blanca que le sentaban tan bien.
¡Postal más indie kitsch imposible!

Y la noche transcurrió entre tragos, risas y una varieté de temas generales que fueron desde el arte hasta la política, sin dejar de analizar un artículo que había escrito Lucía unas semanas antes, el cuál había llamado mucho la atención de Federico.

A la tercera cerveza ya se puso un poco más filosófica y confidente la cosa.
-¿Dónde era el cumpleaños? - Preguntó Federico-.
-En Carrasco - respondió Lucía.-
-¡Carrasco!- Él exclamó - Como no podía ser de otra manera, tomando en cuenta que ustedes son chetas de la high.
-Cómo no podía ser de otra manera - Repitió Lucía, mezcla de altanera ironía y bulla con respecto a lo dicho por Federico-.
-Yo una vez salí con una chica que me dijo ser de Carrasco y terminó siendo de Paso Carrasco- Dijo Fede entre risas-.
- A mi me pasó algo parecido - Comentó Lucía-
-¿Yqué pasó con el chico? - Preguntó Fede expectante.-
-¿Nada no sé, desapareció- Dijo Lucía-
- Y no lo buscaste?- Preguntó asombrado-
-¡Na! No valía la pena..- Dijo Lucía, y el aire se cortó, cuál tijera afilada corta al instante la seda.-

-La gente es tan rara- Exclamó Federico- Yo la verdad no entiendo a mis compañeros que teniendo en casa, buscan afuera. ¿Si tenes novia para qué te andas acostando por ahí con otras? - Preguntó-.
Lucía no sabía donde meterse, no es tema para charlar con alguien que te gusta, te interesa.
-Yo no soy así, no soy un pibe infiel - prosiguió-.
- Lo que pasa es que los músicos suelen ser muy mujeriegos - Afirmó Lucía-.
- Puede ser. Pero no todos. - Contestó Federico-.

Sus palabras fueron precedidas por un silencio, de esos que no resultan incómodos, de esos en los cuales las palabras no sirven para acotar algo más y con él mismo se bastan.
Luego de tres amenas horas dialogando emprendieron viaje.

-Cómo detesto andar de traje con el violín por la calle - Dijo Federico.- Y Lucia pensó "Con lo bien que te quedan ambas cosas jaja".
- Si querés tomate un taxi, la noche está tranquila- Respondió Lucía.-
¡No!- Exclamó Federico- Yo quiero acompañarte.
Lucía sonrió.


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Salú.